Por: Carolina Vera Matiz

Covid-19: un dilema compartido

El pasado 26 de abril, en el marco de la celebración del día internacional de la propiedad industrial, en un panel organizado por PRAGMA, discutimos acerca de la posibilidad de suspender o liberar temporalmente, las patentes relativas a las vacunas contra el COVID-19.

Dos semanas después, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, propuso la suspensión de las patentes relativas al Covid- 19. Su asesora de comercio Katherine Tai, dijo:

“Esta es una crisis de salud global y las circunstancias extraordinarias de la pandemia del Covid-19, llaman a tomar medidas extraordinarias”.

Esta propuesta ha tenido diferentes reacciones en el escenario global:

El primero en reaccionar fue el papa francisco que apoyó la propuesta de levantar temporalmente las patentes y asegurar el acceso universal a la vacuna, para a su vez crear un modelo más justo para todos, lo anterior teniendo en cuenta que el virus ha golpeado de forma más fuerte a la población más vulnerable.

La siguiente en adherir su voz fue Ursula von der Leyen, Jefe de la Comisión Europea, diciendo que el bloque comunitario está listo para discutir cualquier propuesta relevante que pueda ayudar a conjurar la crisis de una manera efectiva y pragmática. Esto incluye el levantamiento de la propiedad intelectual sobre las patentes, si este es el camino para lograr este objetivo global.

El presidente Macron y otros líderes europeos, a pesar de su acuerdo inicial, retiraron su apoyo a la medida del levantamiento de las patentes, alegando que no es un tema prioritario y que hay otras medidas que se deben tomar antes, por ejemplo; exportar más dosis y remover bloqueos en los trámites aduaneros relativos a alas vacunas. Algunos líderes fueron más allá y tacharon la propuesta del presidente Biden como prematura y acusaron a los estados unidos de convertirse en el adalid moral en la lucha global contra el Covid- 19.

Por otro lado, el Director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, resaltó la iniciativa de Biden como histórica, señalando que tal medida haría más rápida y eficiente la producción y distribución de vacunas alrededor del mundo y propendería por la solidaridad entre las naciones, para optimizar el conocimiento científico de los expertos que han trabajado en el desarrollo de las vacunas.

Sin embargo, la reacción de la industria farmacéutica no fue tan entusiasta con la iniciativa, y calificó de lamentable el anuncio de Biden, señalando que esta medida de ninguna manera conduce a una producción más rápida y efectiva de vacunas, y se constituye en una medida equivocada en aras de solucionar la crisis global.

Así las cosas, con puntos de vista tan polarizados, un consenso global no se ve cercano. Infortunadamente, la prevalencia de la solidaridad sobre las ganancias, parece un ideal muy lejano en la actual coyuntura. Ante esta situación debemos recordar que nadie estará seguro hasta que todos estemos seguros. Compartir las vacunas tiene una importancia primordial para el mundo entero, a efectos de contener la pandemia y evitar el surgimiento de una nueva variante resistente a las vacunas. ¿La humanidad actuará con sensatez a tiempo?

Publicado en la revista Marcasur